miércoles, 28 de mayo de 2008

El día que Nietzsche lloró (La Comedia, Buenos Aires, 2007)

La puesta trabaja con dos planos, el del inconsciente y el de la realidad; y la escenografía busca instalar en el espacio ambos hemisferios: escaleras repetidas, proyecciones multimedia y superficies tramadas que sólo dejan ver invirtiendo la mirada, instalan a los personajes en un espacio onírico, que pudiera ser el limbo. El límite de éste ámbito es un plano circular donde se reflejan parte de sus pensamientos, sentires y temores.


La época se evoca en el vestuario, que sin dejar de tener un carácter plástico dibuja rasgos de cada personaje: las mujeres aparecen en colores y texturas suaves, pero cada una dando pauta de su esencia.

En los hombres, los colores son neutros y se exacerba lo angustiosamente intelectual de Nietzsche, escurridizo a la hora de mostrarse humano. El contraste y ausencia de color entre hombres y mujeres responde a que ellas son reflejos del imaginario de estos intelectuales de la época.

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