domingo, 20 de enero de 2013

Falstaff (Teatro Avenida, Buenos Aires, 2010)

Comedia lírica en tres actos - Música de Giuseppe Verdi - Libreto de Arrigo Boito

 ©Liliana Morsia

Dirección musical: Javier Logioia Orbe
Puesta en escena: Fabian von Matt
Diseño de escenografía y vestuario: Daniela Taiana
Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux
Dirección del coro: Juan Casasbellas
Asistente de régie: Ximena Belgrano Rawson
Asistente de escenografía y vestuario: Leticia Ragozzino

 ©Liliana Morsia

Sir John Falstaff: Luis Gaeta
Fenton, joven caballero: Carlos Ullán
Ford, rico burgués, marido de Alice: Leonardo Estévez
Dr. Cajus: Osvaldo Peroni
Bardolfo, secuaz de Falstaff: Gustavo De Gennaro
Pistola, secuaz de Falstaff: Walter Schwarz
Mrs. Alice Ford: Vanesa Tomas
Nannetta, hija de Alice: Gabriela Ceaglio
Mrs. Meg Page: Cecilia Jakubowicz
Mrs. Quickly: Elisabeth Canis

Acto I

Escena I - Hostería de la jarretera
En compañía de sus secuaces Bardolfo y Pistola, Sir John Falstaff termina dos cartas cuando lo sorprende el Dr. Cajus. No presta atención al exaltado hombre, que le presenta reclamos por haberlo convertido en objeto de algunas de sus acciones deshonestas. El desairado Cajus se retira entre las burlas de Bardolfo y Pistola, quienes mofándose de su beatería le cantan una antífona. Falstaff los reprende: si quieren robar –tanto en la vida como en el canto– deben hacerlo con elegancia y a tiempo. Como su situación económica es muy precaria, el obeso y anciano caballero tiene un plan: en Windsor hay un rico burgués llamado Ford, cuya esposa Alice quedó embelesada al verlo pasar por su casa. Pero lo más importante es que la bella mujer posee la llave del cofre del dinero de su marido. Y Margherita Page, a quien le dicen Meg, también “sucumbió” ante sus maduros y viriles encantos; y también posee la llave de las arcas de su esposo. Falstaff entrega a sus cómplices sendas cartas para las damas, cuyas virtudes serán puestas a prueba. Los bribones se niegan argumentando razones de “honor”. Su amo manda las cartas por el paje Robin y les da un sermón sobre el honor: ¿no hay que dejarlo de lado si la acción lo requiere? ¿Cómo se atreven a hablar de honor? ¿Qué es el honor? ¿Sirve para llenar la panza, arreglar un hueso o un dedo? Por supuesto que no. ¿Qué es entonces sino una palabra, aire que vuela? Finalmente los echa a escobazos.

©Liliana Morsia

Escena II - Una calle, ante la casa de los Ford
Alice y Meg tienen ansias de compartir con Nannetta (la hija de Alice) y con Mrs. Quickly (una alcahueta) las cartas que les ha enviado Falstaff. Cuando comienzan a leer comprueban que, salvo en los nombres de las destinatarias, ambas son idénticas. Se ríen de las pretensiones amorosas del viejo y deciden darle un escarmiento.
Llegan Bardolfo y Pistola, acompañados por Cajus y Ford. Les cuentan el plan de su ex patrón. Aparece Fenton, el enamorado de Nannetta. Ford, inquieto, pide más claridad, mientras su hija comienza a flirtear con el joven a sus espaldas. Por su lado, las mujeres deciden que Quickly le llevará una carta de Alice a Falstaff, en la que le propondrá una cita en su casa. Comienza la venganza por la osadía del viejo. Por su lado, Ford se le presentará con un nombre falso (“señor Fontana”) para averiguar en qué estado están sus maquinaciones. La escena culmina con las risas burlonas de las mujeres.
 
©Liliana Morsia

 Acto II

Escena I - Hostería de la jarretera
Ahora al servicio de Ford, Bardolfo y Pistola fingen arrepentimiento ante Falstaff. Una dama quiere ver a Sir John: es Mrs. Quickly, quien le revela que Alice está “perdidamente enamorada” de él y le trae un mensaje: el marido, un hombre celoso, se ausenta de su casa de las dos a las tres; el obeso caballero arde de entusiasmo. Pero hay otro mensaje para Falstaff: Meg también sucumbió a sus encantos pero el marido jamás sale de casa. Por último, Quickly le comenta que ninguna de las dos mujeres sabe de la pasión de la otra, detalle que le importa por su propósito de doble seducción.
Llega el señor Fontana (Ford). Le confiesa a Falstaff que está perdidamente enamorado de Alice, a quien no logra seducir. Pero si la dama dejara de ser virtuosa habrá esperanza. Para concretar su plan secreto (poner a prueba la virtud de Alice), el torturado y celoso marido le promete a Falstaff su patrimonio, si logra seducir a la mujer: esto sucederá entre las dos y las tres. Sir John sale para acicalarse y deja solo al marido, presa de los celos, hasta que regresa y ambos abandonan el lugar entre zalamerías, la furia contenida de uno y las carcajadas del otro.

©Liliana Morsia
Escena II - Salón en la casa de los Ford
Quickly les cuenta a las comadres de su entrevista con Falstaff. El seductor está por llegar, ya es la hora. Nannetta se ve preocupada: su padre no acepta a Fenton y quiere que se case con el viejo y ridículo Cajus. Llega Falstaff y encuentra a Alice sentada ante su mesa, tocando el laúd. Comienza a seducir a la mujer y recuerda cuando de joven era paje del Duque de Norfolk, tiempos en los que fue tan bello y esbelto. Se escuchan los gritos de Quickly: Meg se avecina. Falstaff se esconde detrás de un biombo. La comadre le anuncia a su amiga que Ford se enteró de todo y clama venganza… Pero esto es verdad, no es una estratagema de las mujeres: Ford sabe, se acerca y su furia es real. El marido, acompañado por Cajus, Bardolfo y Pistola, busca por todos lados y vacía un gran canasto de mimbre, para ver si el seductor se ocultó allí adentro. Abandona el salón para continuar con su búsqueda y las mujeres aprovechan y ocultan a Falstaff en el interior del canasto, sepultándolo con ropa sucia. Detrás del biombo se ocultan Nannetta y Fenton. Regresa Ford y al oír rumores, quita el biombo y pone al descubierto a la pareja. Alice llama a sus sirvientes y les ordena vaciar el contenido del canasto en el Tamésis… En compañía de la ropa sucia, Falstaff termina en el agua.

©Liliana Morsia
 Acto III

Escena I - Hostería de la jarretera
Golpeado y húmedo, Falstaff medita sobre su desventura. Pide un vaso de vino caliente y maldice al mundo, ladrón y mezquino, y a la falta de virtud. Dice que cuando él muera, desaparecerá la verdadera virtud del mundo. Su humor mejora con los tragos. Llega Quickly, con nuevos planes para el viejo seductor. Le cuenta que Alice lo ama y que planea una nueva cita. Deberá ir al parque a la media noche y disfrazado de “cazador negro”, hasta la encina de Herne, donde según la tradición tienen lugar los aquelarres. Al sonar las doce campanadas, aprovechando la reunión de los espíritus y otros seres sobrenaturales, Falstaff tendrá su encuentro amoroso con Alice.
Paralelamente, Ford reconoce lo exagerado de sus celos y Alice prepara la “mascarada” para la medianoche: Nannetta será la reina de las hadas, Meg la ninfa verde del bosque y Quickly una bruja. También llevará niños en hábitos de duendes, diablos y demás criaturas, para darle su merecido a Falstaff. Y Ford diseña su plan: aprovechando la confusión, casará a Nannetta con Cajus; Quickly lo descubre e impedirá su estratagema.

©Liliana Morsia
Escena II - Hacia la medianoche en el parque, junto a la encina de Herne
Mientras Fenton expresa su amor por Nannetta, las comadres y Quickly planean su estrategia para frustrar el plan de Ford y Cajus. Se ocultan y aparece Falstaff, disfrazado de cazador negro y temeroso por las horrendas leyendas de espíritus que circulan con relación al lugar.
Alice se hace ver y le sigue el juego de seducción a Sir John, evitando a la vez que la tome entre sus brazos. Meg finge que ha comenzado el aquelarre y pide socorro. Nannetta aparece vestida de hada y Falstaff se tira al suelo y oculta su rostro: según dicen, quien mira a las hadas muere. Llegan Ford, Cajus, Bardolfo y Pistola, y todos, haciéndose pasar por un cortejo espectral, se tiran encima del viejo pellizcándolo, pateándolo y exigiéndole arrepentimiento. En realidad, Falstaff descubrió todo pero les sigue el juego. Ford y las mujeres festejan su victoria y cuando se dan a conocer, Falstaff les aclara que en realidad, si pudieron ser tan astutos con él, es porque su propia astucia se los permitió. Por último, se celebrará una doble boda con la llegada de una nueva e inesperada pareja. Como las comadres manipularon los disfraces con habilidad, Ford termina casando a Cajus con Bardolfo y a Fenton con Nannetta… Y Falstaff festeja su triunfo: ¿quién ha sido burlado? Todos se señalan acusadoramente pero Alice reúne a Falstaff, Cajus y Ford: los tres han sido engañados. El marido bendice la unión de su hija con Fenton e invita a todos a cenar a su casa. Por último Falstaff aclara que todo en el mundo es burla, que el hombre es un burlón nato y que quien ríe mejor es el que suelta la carcajada final.

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