Música de Carl Maria von Weber - libreto de Friedrich Kind
©Liliana
Morsia
Dirección musical: Javier Logioia
Orbe
Puesta en escena: Mercedes Marmorek
Diseño de escenografía: María
José Besozzi
Diseño de vestuario: Lucía
Marmorek
Diseño de iluminación: Alejandro
Le Roux
Dirección del coro: Juan
Casasbellas
©Liliana
Morsia
Agathe: Carla Filipcic Holm
Max: Enrique Folger
Caspar: Hernán Iturralde
Ännchen: María Belén Rivarola
Kuno / Samiel: Walter Schwarz
Ottokar: Ernesto Bauer
Ermitaño: Christian Peregrino
Kilian: Gustavo Zahnstecher
Asistentes de dirección escénica:
Valeria Primost/Gabriel Motta
Asistente de escenografía: Noelia
González Svoboda
Asistente de vestuario: Ana Laura
Yunes
©Liliana
Morsia
Sinopsis
Los autores sitúan la acción en los
bosques de Bohemia, después de la Guerra de los Treinta Años.
Acto I
La multitud celebra la fiesta de los
tiradores en una taberna del bosque.
Kilian, un rico campesino, vence al
cazador Max y es aclamado.Max, aprendiz de Kuno (guardabosques
del príncipe Ottokar) y pretendientede su hija Agathe, se convierte en
objeto de las burlas de todos.
Se enfurece, pero la llegada de Kuno
impide que se desate una pelea.Entre la muchedumbre se encuentra
Caspar, antiguo pretendiente deAgathe, quien sostiene que la continua
mala suerte de Max en los disparos se debe a un maleficio. Kuno lo hace
callar, pero se muestra preocupado por su aprendiz, al que le recuerda que
al día siguiente tendrá lugar la prueba decisiva de la que
depende su futuro: la casa, el puesto de guardabosques y la mano de Agathe.
El certamen de tiro se origina en una tradición familiar, pero que
está rodeada de leyendas como la de las “balas francas”, siete
Freikugeln que el maligno proporciona a aquel
que le entrega el alma: seis de ellas
darán donde apunte el tirador, pero la séptima siempre estará en poder de
las fuerzas infernales. Deciden que lo mejor es no pensar en estos
asuntos y entregarse al vals
©Liliana
Morsia
Mientras todos se retiran para festejar
con la caída del sol, Max se queda solo y, con gran agitación
interior, recuerda sus mejores épocas. En medio de la desesperación percibe
el acecho del mal. Regresa Caspar, y el joven, pese a la
desconfianza, conversa con él. Max conoce la historia de las balas mágicas y
cuál es la regla. Prosigue la charla y se siente mal por la prueba de tiro
que tendrá lugar al día siguiente: ¿qué diría su enamorada si lo viera
regresar sin una sola presa? Caspar señala un punto en el cielo, donde
vuela un águila. Lo invita a Max a dispararle, pero éste rechaza el
pedido. Caspar le pone en las manos su rifle cargado con una bala
hechizada, hace que dispare, y el ave cae a sus pies. Así convence a Max de
acudir a la medianoche al temible barranco del lobo, donde fundirán
siete nuevas balas mágicas
©Liliana
Morsia
Acto II
A la noche, en la casa de Kuno. El
retrato del fundador de la familia ha caído de la pared e hirió la
frente de Agathe. La joven ve una mala señal, especialmente desde que el buen
ermitaño del bosque –quien le ha regalado unas rosas consagradas–
le ha advertido de peligros en ciernes, e ignora que en ese preciso
instante Max derribó un águila con una bala mágica. Ännchen, su prima,
le entona una canción para reconfortarla. Deja sola a Agathe,
inquieta y a la espera de la llegada de su enamorado. Entra Max, muy
preocupado, y enseña a su amada la presa.
©Liliana
Morsia
Ella se muestra acongojada
porque él le cuenta que debe ir al barranco del lobo con el pretexto de
recobrar un ciervo abatido. Está por desatarse una terrible tormenta,
pero es inútil retener a Max.El barranco del lobo en medio del
bosque, noche cerrada, apenas iluminada por destellos lunares a
través de las nubes y el ramaje. El lugar es lúgubre, se escuchan
misteriosos ruidos y voces extrañas. Caspar prepara la fundición de las
balas. Ante la invocación aparece Samiel, el “cazador negro”. Caspar
ha empeñado su alma, su plazo ha terminado y solo podrá evitar la
condenación eterna si consigue una nueva víctima. Caspar ofrece el
alma de Max, Samiel acepta y desaparece. Llega el joven y se sienta
junto a Caspar. La tormenta estalla mientras se forjan las siete
balas, con las que Max espera vencer en el certamen del día
siguiente. En medio de una agitación infernal, en la que los elementos
desatan su furia, pasa la “cacería infernal”, grotesco cortejo de almas
en pena, y en el momento culminante del hechizo reaparece Samiel para hacer
sentir su poder. Tras esto y de manera inmediata, todo
regresa a la calma
©Liliana
Morsia
Acto III
En lo de Kuno, durante la mañana del
nuevo día. Si Max resulta vencedor de la prueba decisiva, unirá
su destino al de Agathe. Ella expresa su preocupación y aparece
Ännchen, a quien le confiesa sueños inquietantes. La amiga la
consuela una vez más y aparecen las doncellas de honor que acompañarán
a la novia. Agathe sigue preocupada: durante la tormenta el
cuadro del antepasado volvió a caer y cuando Ännchen abre la caja de
la corona de novia, descubre que contiene una corona fúnebre.
Inmediatamente, lo resuelve tejiendo una nueva con las flores que
le regaló el ermitaño.
©Liliana
Morsia
Paisaje boscoso. Alrededor del príncipe
Ottokar se han dado cita los hombres más importantes de la
comarca para presenciar la prueba de tiro. El señor señala una paloma
blanca posada sobre la rama de una árbol: será el blanco de Max.
Pero, entretanto, las seis primeras balas ya han sido gastadas. Cuando Max
dispara se oyen gritos y dos personas caen al suelo:
Agathe, y Caspar, que hasta ese momento no se había hecho ver. Max
toma la mano de Agathe, que vuelve en sí, mientras Caspar muere
traicionado por Samiel. El joven confiesa su falta y Ottokar quiere
desterrarlo. Llega desde el bosque el ermitaño, que es venerado como un
santo. Se muestra en contra del certamen de tiro, que ha puesto en
manos del maligno a un buen joven y trajo la infelicidad a los
enamorados. Max cayó en falta por amor y el príncipe deberá
concederle un plazo. Si aquél continúa siendo honrado, heredará el puesto y
la casa del guarda bosques, y recibirá la mano de Agathe. El
príncipe Ottokar se inclina ante el sabio ermitaño, manda arrojar
el cadáver de Caspar al barranco del lobo y ordena terminar con
la tradición: nunca más será necesaria una prueba de tiro para
demostrar el valor de un hombre y su amor por una mujer.
©Liliana
Morsia
No hay comentarios:
Publicar un comentario