Opera
en dos actos -Música
de Ludwig van Beethoven - Libreto de J. Sonnleithner y F. Treitschke
©Liliana
Morsia
Dirección
musical: Guillermo Brizzio
Puesta
en escena: Rita De Letteriis
Diseño
de escenografía y vestuario: Daniela Taiana
Diseño
de Iluminación: Alejandro Le Roux
Dirección
del coro: Juan Casasbellas
Asistente
de régie: Mercedes Marmorek
Asistentes
de escenografía y vestuario: Cecilia Stanovnik/Leticia Ragozzino
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Don
Fernando, ministro: Leonardo Estévez
Don
Pizarro, director de una prisión estatal: Homero Pérez-Miranda
Florestan,
prisionero: Enrique Folger
Leonore,
su mujer, bajo el nombre de Fidelio: Carla Filipcic Holm
Rocco,
carcelero: Hernán Iturralde
Marzelline,
su hija: Ana Laura Menéndez
Jaquino,
ayudante de Rocco: Gustavo De Gennaro
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Acto
I
Patio
de la prisión.
Jaquino,
ayudante de Rocco y portero de la cárcel, corteja a Marzelline, la
hija de su jefe. Ella no tiene interés en él porque se enamoró de
Fidelio, a quien Rocco ve con buenos ojos como futuro yerno; Fidelio
no es otra que Leonore vestida de varón, que se ha empleado en la
prisión para buscar a Florestan, su marido. Este es un perseguido
político que fue encarcelado ilegalmente, y de quien ella tiene la
certeza de que está encerrado en alguna mazmorra
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Se
suman Rocco y Fidelio. Luego de manifestar cada cual por separado sus
esperanzas y angustias, Rocco dedica unas materialistas palabras a la
importancia del dinero. Leonore (así le llamaremos de aquí en
adelante) le pregunta a Rocco sobre ese hombre que está prisionero
en alguna parte y lejos de los demás reclusos, y le pide acompañarlo
cuando le toque ir a verlo. Tiene la ilusión de que ese detenido, al
que se le niega hasta el alimento, sea su marido. Rocco le pedirá
permiso a Don Pizarro para que Leonore lo acompañe a visitar al
prisionero. Ella, cuando se queda a solas, invoca a la Providencia.
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Llega
Don Pizarro, acompañado por un séquito de soldados, y da a conocer
un documento en el que se anuncia la visita de un enviado del rey que
inspeccionará la prisión, para comprobar si es cierto que allí hay
hombres que fueron detenidos de manera ilegal. Antes de que sea tarde
decide el asesinato de Florestan, su desgraciado enemigo político.
Como Rocco se niega a ser cómplice, Don Pizarro decide llevar a cabo
él mismo el crimen luego de que algún empleado de la cárcel haya
cavado la fosa para el cadáver. Leonore escucha la conversación y
aunque no sabe si se trata de su marido, se desespera
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Don
Pizarro se retira. Le pide a Rocco que abra las celdas para que los
presos puedan salir al patio. El carcelero accede. Florestan no está
entre los emocionados presos encandilados por la luz del día, a la
que no ven desde hace mucho. Regresa Don Pizarro. Accede al pedido de
que Leonore acompañe a Rocco a ver al prisionero, pero se enfurece
al
ver a los reclusos en el lugar. Rocco aplaca los ánimos y hace
mención de la llegada de la primavera y del cumpleaños del rey.
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Acto
II
Cuadro
I. Calabozo en un subterráneo.
Encadenado
en medio de la oscuridad, Florestan se lamenta de su desventura e
invoca a Dios. Reivindica sus ideas políticas, su denuncia de los
abusos de poder de Don Pizarro, y en medio de su estado de delirio
cree ver a su amada Leonore. Ella desciende a la mazmorra junto a
Rocco. Ambos llevan picos y palas, comienzan a cavar la fosa y
mientras tanto le dan de comer al prisionero. La mujer comprueba que
es Florestan, aunque él no la reconoce. Entra Don Pizarro dispuesto
a matar a su enemigo político. Leonore se interpone y revela su
identidad. Luego de un forcejeo saca una pistola y apunta al tirano,
cuando se escucha una trompeta que anuncia la llegada del ministro
enviado por el rey. Sale Don Pizarro, seguido por Rocco, y los
esposos celebran su reencuentro y la liberación.
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Cuadro
II. Patio de armas.
El
pueblo y los prisioneros recién liberados cantan su júbilo. El
ministro Don Fernando se alegra por reencontrar con vida a su amigo
Florestan y ordena el encarcelamiento de Don Pizarro. Le pide a
Leonore que sea ella quien le quite las cadenas a su marido.
Finalmente, ante la consternación de Marzelline –que ha
descubierto la verdadera identidad de Fidelio–, todos cantan al
amor conyugal y a la libertad.
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