Esta ópera de
cámara de Wolfgang Rihm se basa en la historia del poeta alemán
Jakob Lenz (1751-1792), uno de los más importantes dramaturgos del
romanticismo temprano, y una figura mítica.
Intentó y no pudo
concretar un romance con Friederike Brion (amante de Goethe), y poco
a poco se obsesionó con ella y los enfrentamientos literarios que
mantenía con el propio Goethe.
Lenz,
obsesivo, esquizofrénico, finalmente encontró refugio en la
casa de Oberlin, un pastor, que cuidó de él hasta sanarlo. Sin
embargo, Lenz era incapaz de permanecer bajo su techo y con el tiempo
dejó la casa de Oberlin para continuar su búsqueda de la armonía y
la iluminación.
La novela Lenz de Büchner describe ese período pasado en lo de Oberlin y se concentra particularmente en el estado de ánimo de Lenz. La novela se convirtió en la inspiración para la ópera Rihm en 1977, en la que Rihm y su libretista (Michael Fröling) intentaron poner de manifiesto los aspectos más controvertidos de la vida de Lenz y su personalidad, expresando el atormentado interior del poeta a través de una partitura fracturada y expresiva.
La directora Carline Petrick hace hincapié en las resonancias contemporáneas de Lenz, tanto personales como en nuestra sociedad. Su interpretación pone de relieve la ironía que mientras vivamos íntimamente rodeado por otros, nuestra confusión interna y la tragedia permanecen casi incomunicables.
Magistral ópera de cámara. Hector Coda. La Nación
Echar
luz sobre algún período o personaje del pasado no es mera
reconstrucción de hechos o circunstancias históricos o biográficos;
implica una mediación casi siempre subjetiva, una elaboración
comprensiva ineludiblemente actual que reflejará, consciente o
inconscientemente, nuestra propia posición en el tiempo. Todo ello
forma parte de una respuesta al interrogante más amplio e imperioso
que nos formulamos motivado por la sociedad misma en que vivimos.
Esta ha sido la motivación principal que ha llevado al libretista
Michael Fröhling a indagar desde nuestra perspectiva histórica en
la rebelión del poeta y dramaturgo alemán Jakob Michael Reinhold
Lenz (1761-1792), figura relevante del Sturm und Drang (Tormenta e
Impetu), movimiento de la literatura alemana que reaccionó contra el
neoclasicismo académico imperante en su época.
Basada
en "Lenz", novela inconclusa del escritor Georg Büchner,
perteneciente a una generación posterior, en pleno romanticismo
literario, Fröhling y el compositor alemán Wolfgang Rihm -figuras
relevantes de la música contemporánea- recrearon la tragedia
personal de Lenz apuntando a las aristas más controvertidas de la
personalidad del poeta e intensificando al máximo su drama interior.
Rihm apeló a la densidad sonora; a un lenguaje tenso de alturas e
intensidades vertiginosas; trabajó el texto con un amplio espectro
vocal, incluido el "Sprechgesang" (canto hablado), y
elaboró así una diversificada coloratura. Su lenguaje armónico va
del atonalismo al tonalismo puro, y podría calificarse de
tradicionalista en comparación con sus obras posteriores para la
escena, por emplear recursos que la vanguardia de los compositores de
los años setenta (la obra fue compuesta en 1977-78), con las
micropolifonías, las superformas o la descomposición espectral del
sonido, ya habían abandonado. Pero su música, con intensa
expresividad sonora, confiere un notable grado de espesor semántico
y vigor expresivo a un texto por momentos apocalíptico.
En
la tragedia del protagonista se ha querido ver un símil con la
situación del hombre en la civilización actual. Carolina Patrick
rescata la palpable inmediatez de lo humano al situar a los cantantes
cerca del público. La fisura interior del protagonista resultó así
más real, al abolirse la distancia que a menudo introduce la
interpretación en el teatro convencional. Lenz grita, conmovido, su
drama a los demás, pero no logra comunicarse con ellos ni con su yo
íntimo. La intensa condensación dramática cuenta con una puesta en
escena inteligente, cuyo minimalismo recorre el texto biográfico
original de Büchner.
Timbres
contrapuestos
La
partitura de Rihm contrapone al libreto una diversidad de timbres
instrumentales y vocales que enfatizan lo emocional, asimilándose al
texto de manera sumamente flexible, superadora de concepciones
intelectuales o estructuralistas. El ensamble de once músicos que la
abordó demostró poseer un admirable ajuste y desempeño
interpretativo con la precisa dirección de Alejo Pérez, que siguió
el pulso sanguíneo de la acción escénica manteniendo los tonos
oscuros de los matices sonoros, recreando el clima obsesivo y la
angustia sofocante que se respira en toda la obra. El barítono Hagen
Matzeit cumple una recreación admirable del atormentado poeta, no
sólo por el excelente aprovechamiento de su registro vocal, expuesto
en toda su amplitud, incluidos el grito y el empleo del falsete, sino
además por su ejercicio actoral, que aborda magistralmente todas las
facetas del personaje en el progresivo delirio que lo aislará cada
vez más incitándolo al suicidio. El bajo Marek Gastecki (el pastor
Oberlin), con un timbre de voz envidiable por su profundidad, tono
grave y sereno y expresión convincente, transmitió fielmente la
inquietud de quien protegió en la vida real a Lenz, y el tenor
Lorenzo Carola (el amigo Kaufmann), con singular expresividad y
acentuado dramatismo, cantó su parte con eficacia.
El
coro se movió bien dentro del ámbito austero -e ideal- de las
galerías del CETC. En sus intervenciones cantadas, en sus enfáticos
fonemas, demostró un profesionalismo ejemplar. El ajustado juego de
luces y el acertado vestuario completaron el logro total.
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